Alcance y limites de la solidaridad en tiempos de crisis
Alcance y limites de la solidaridad en tiempos de crisis
2 octubre 2014
La pobreza existente está vinculada al actual orden institucional mundial, donde los países más ricos, en virtud de su potencial económico y su capacidad para negociar, imponen a los países más débiles y pobres políticas y reglas que los perjudican directamente.
Estas instituciones son responsables de la perpetración de la pobreza por el hecho de que hay alternativas reales de organización mundial que podrían reducir la situación de miseria y desigualdad. En la medida en que estas alternativas no se contemplan se produce una situación injusta de violación de los derechos humanos más fundamentales.
Esta es una de las constataciones que el profesor de filosofía en Yale y director de la organización Global Justice Program, Thomas Pogge, hace en el libro sobre las jornadas "Alcance y límites de la solidaridad en tiempos de crisis" organizadas por la Fundación Victor Grífols y Lucas y la Fundación Probitas a finales de noviembre. El libro ha salido publicado a principios de julio y analiza desde un punto de vista crítico, los desequilibrios y la inseguridad económica que hay a nivel mundial. En general, la prevención de las crisis y las políticas de respuesta se han visto obstaculizadas por una débil capacidad institucional.
El director de Global Justice Program, considera que la pobreza se puede erradicar hoy en el mundo, a diferencia de unas décadas atrás, y es un deber ético conseguirlo. Por ello, se debe presionar a los gobiernos de los países del Primer Mundo para que revisen los acuerdos internacionales y hagan partícipes del crecimiento económico global a los países del Tercer Mundo.
Para erradicar la pobreza, según Pogge, primero se debe entender cómo es que se reproduce a una escala tan grande en un mundo próspero. Desde su punto de vista, es evidente que hay una interacción económica internacional regulada por un sistema de tratados sobre comercio, inversiones o préstamos a través de los cuales sólo las personas adineradas y sus corporaciones (bancos, fondos de inversión, etc.) obtienen ventajas, conocimientos, influencia política y, por tanto, capacidad de decidir sobre cómo se aplicarán estas reglas.
Según Pogge, si el actual orden económico y político global es injusto y ésta injusticia se puede remediar a partir de unos cambios no sustanciales en la estructura de las instituciones mundiales, por tanto estos cambios constituyen un deber moral, ya que hay razones morales que legitiman esta reforma. Por tanto, esta responsabilidad moral en relación con la pobreza severa no sólo implica el deber positivo de asistir, sino también el deber negativo de no dañar.
De este modo, el deber moral de reformar las instituciones mundiales se deriva del peso que conlleva la violación de un deber negativo.
De esta manera, Pogge apuesta por una política redistributiva donde se dé cabida a un cambio sobre el actual orden mundial que aligere el peso de los países que cargan con las consecuencias negativas provocadas por las instituciones del mundo contemporáneo. En su discurso, asegura que los expertos de todo el mundo saben muy bien por qué ocurre este drama y demuestran falsedad diciendo que su causa es la falta de recursos.
Según Pogge, la búsqueda de una solución, hace necesaria la participación de las sociedades más ricas, ya que éstas, con sus políticas de intercambio, están empobreciendo las sociedades del mundo en desarrollo contribuyendo así a la violación del derecho humano. Violación que, según el mismo filósofo, puede ser evitada con reformas y modificaciones menores que implicarían una reducción mínima en los ingresos de los países más influyentes.
Rajesh Makwana, director de la organización Share The World 's Resources (STWR) coincide con Pogge y afirma en el artículo "Extremo Wealth vs Global Sharing", que sólo con la riqueza de las 100 personas con mayor poder adquisitivo del mundo (241.000 millones de dólares) bastaría para acabar con la pobreza durante cuatro años.
De seguir así, los Objetivos del Milenio de erradicar la pobreza extrema y el hambre, no se alcanzarán en 2015. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), estima que al paso que vamos este objetivo no se alcanzaría hasta el 2150.
Con todo, Pogge constata que la pobreza ya no es tan grande como hace 40 años atrás, pero es evitable y, por tanto, es un crimen. "Hay que tener en cuenta que las guerras y dictaduras han muerto 200 millones de personas en 100 años; la pobreza, sólo en 25 años, 400 millones", afirma.
Si desea ampliar el tema, puede descargarse en PDF el libro completo de Pogge en este enlace.