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Crónica de la jornada Acceso a la alimentación dentro y fuera de la escuela: de lo lejano a lo próximo

Crónica de la jornada Acceso a la alimentación dentro y fuera de la escuela: de lo lejano a lo próximo

June 9, 2017

  • La Fundación Probitas y el Programa Mundial de Alimentos han celebrado un acto en el que han asistido entidades del tercer sector para debatir la realidad actual sobre la alimentación infantil, a nivel local e internacional
La Jornada de Acceso a la alimentación dentro y fuera de la escuela, organizada por la Fundación Probitas y el World Food Programme (WFP), celebrada el 9 de junio en el Ateneu Barcelonés sirvió para que fundaciones, voluntarios, familias e instituciones abordaran juntos asuntos vinculados a la pobreza infantil, como la salud, la educación y la alimentación. La cita, que contó con invitados de lujo, se reveló como magnífico altavoz de las preocupaciones sociales que existen en torno a los niños más vulnerables a nivel local.

El acto giró en torno a una cuestión central: cómo mitigar los efectos de la crisis en una infancia de entornos socio-económicos menos favorecidos cuyos derechos merecen una especial protección pública y como esta situación influye en las familias y en las comunidades.

Precisamente sobre este aspecto habló el primero de los ponentes, Rafael Ribó, Síndic de Greuges de Catalunya. Ribó inauguró el acto recordando los informes de la Sindicatura sobre segregación escolar, malnutrición infantil y comedores escolares. Y arrojó una cifra preocupante: si en 2013 eran 50.000 los niños en Catalunya que sufrían privaciones alimentarias, ahora son 70.000, aseguró.

El Síndic afirmó, asimismo, que las prestaciones a la infancia son muy reducidas y tienen bajos niveles de cobertura. "Se han suprimido las ayudas para material escolar y las becas comedor llegan en verano", dijo en alusión a los retrasos y carencias en la concesión de las ayudas públicas.

Ribó reprochó el enfoque de las medidas públicas e insistió en que la vía no puede ser sólo la asistencialista –que juzgó insuficiente– sino que tiene que ir acompañada de prevención. También se refirió al modelo de gestión de las becas comedor por parte de los Consejos Comarcales diciendo que "crea desigualdades territoriales" puesto que los criterios de adjudicación son diferentes según la comarca. El Síndic denunció la falta de garantías para un mínimo de una comida diaria durante el curso escolar. Que no haya estigmatización de la población que recibe las ayudas fue otra de las ideas que deslizó el responsable de la Sindicatura de Greuges. En cuanto a las propuestas del organismo, estas pasan, entre otras, por pagar las becas al inicio del curso escolar, garantizar el uso de los comedores en colegios de infantil y primaria e institutos de secundaria los cinco días de la semana o crear protocolos en caso de malnutrición infantil.

En segundo lugar intervino Antonio Salort-Pons, jefe de la oficina del World Food Programme (Programa Mundial de Alimentos, PMA) en España. Con un presupuesto de 5.900 millones de dólares,  precisó Salort-Pons, la agencia de las Naciones Unidas da alimento cada año a más de 90 millones de personas –16,4 millones de ellas, niños–  en más de 80 países, entre los que se encuentran Siria, Sudán del Sud, Irak y Yemen. "Tenemos un doble mandato: las respuestas humanitarias, en zonas de conflicto o en situaciones de catástrofe y el desarrollo de comunidades", apuntó.

De estos 5.900 millones de dólares, el Programa Mundial de Alimentos destina 321 millones a comidas escolares repartidas en colegios de todo el mundo y a asistir de manera técnica a los Gobiernos para que estos desarrollen programas nacionales. Algunos de los beneficios que éstos aportan –según Salort-Pons– son la mejora de la nutrición infantil, la seguridad alimentaria, la contribución a la educación e, incluso, los comedores escolares mejoran la higiene personal y dan acceso a la escolarización de las niñas, contribuyendo así, a la igualdad de género.  "En muchos países en los que actúa el programa, las niñas no pueden ir al colegio, sin embargo, con estas comidas se garantiza su nutrición e incrementa su asistencia escolar". Además, por cada euro invertido se produce un beneficio económico de entre cuatro y diez euros en mejora de la salud y educación en niños en edad escolar y aumenta su productividad cuando estos chavales pasan a ser trabajadores adultos. Estas comidas escolares, cuando se producen localmente, mejoran la nutrición de los menores, promocionan dietas variadas y hábitos alimentarios saludables y fortalecen la agricultura local.

Por su parte, Lidia García, profesora asociada de la Universitat Politècnica de València e investigadora en alimentación escolar, centró su discurso en explicar los modelos de intervención en alimentación escolar en países de alta, media y baja renda. Y cuál es el impacto de estos modelos en los menores, las familias y las comunidades en general. García remarcó que en algunos países subdesarrollados la red de alimentación escolar ayuda a las políticas de protección social, como es el caso de El Salvador. La ponente, además, quiso precisar que en América Latina son las instituciones públicas quienes asumen los costes de la alimentación escolar, mientras que en España son los padres y las madres quienes pagan el comedor, aunque también existen becas públicas y de otras entidades. En este sentido, la profesora destacó la necesidad de que los niños coman en la escuela, ya que con ello aumenta el rendimiento y, en muchos casos, la asistencia.

En América Latina, pese a que la situación ha mejorado, aún hay más de 34 millones de personas que padecen hambre: "Paradójicamente, 1.300 millones de toneladas de alimentos se tiran a la basura en todo el mundo, cuando con un cuarto de esta cifra se acabaría con el hambre en el mundo".

En el caso concreto de El Salvador, se creó el Programa de Alimentación y Salud Escolar, –con una inversión de 30 millones de dólares en su primer año y que ha llegado hasta los 388 millones en 2016– atiende al 100% de los estudiantes del estado. Esta iniciativa se centró en un cambio en el menú escolar –basado en alimentos fácilmente almacenables como los frijoles, el arroz, el aceite, el azúcar y la leche– a partir de la introducción de frutas, verduras y huevos, entre otros alimentos, de los productores locales. Este proyecto se creó de manera transversal, gracias a la colaboración entre diferentes Ministerios del país centroamericano –como el de Educación, el de Salud y el de Agricultura– así como con la ayuda de asociaciones de padres y madres, oenegés e instituciones internacionales. Con este modelo de alimentación escolar se mejoraron las condiciones de alumnos y productores locales: Los primeros obtienen una mejor y más variada alimentación, mientras que los segundos ven aumentada su economía, ya que en los comedores escolares se apuesta por sus productos.

Las propuestas de las entidades
Por último, la jornada contó con una mesa redonda titulada "Pobreza infantil y acceso a la alimentación dentro y fuera de la escuela", moderada por Elena Sintes, del Instituto Infancia y Adolescencia, en la que participaron Marta Segú, directora general de la Fundación Probitas; Ignasi Giménez, presidente del Consell Comarcal del Vallès Occidental; Miquel Gené, miembro de la comisión de becas comedor y pobreza infantil de la Federació d'Associacions de Pares i Mares de Catalunya (FAPAC); Josep Rodriguez, coordinador de la comisión de centros abiertos de la Federació d'Entitats d'Atenció i d'Educació a la Infància i l'Adolescència (FEDAIA) y Enric Morist, coordinador de Creu Roja-Catalunya. Esta actividad generó un gran debate y contó con la participación de la Fila 0 y del público en la parte final. Los temas principales de las diferentes intervenciones se centraron en el fomento de un desarrollo saludable, la dignidad de las personas y en potenciar unos hábitos de nutrición, educación y salud mediante un sistema holístico de protección de los menores más vulnerables.

Todos los ponentes coincidieron en el "error" del cierre de comedores y cantinas en centros de secundaria. "Hay alumnos de sexto de primaria que el año que viene no podrán acceder a una beca comedor y, sin embargo, su situación no habrá cambiado", apuntó el presidente del Consell Comarcal del Vallès Occidental. Quien además lamentó la falta de recursos y reivindicó la necesidad de la creatividad para abordar la situación que actualmente deja cifras como que el 30% de la población vive en hogares en situación de pobreza y riesgo de exclusión social. La Federació d'Associacions de Pares i Mares de Catalunya reclamó la necesidad de abrir estos espacios de los institutos para garantizar la alimentación de adolescentes en riesgo de pobreza y exclusión social. Lo cierto es que el número de becas comedor concedidas a adolescentes es muy reducido y en muchas ocasiones es el sector privado el que acaba amparando a estos chavales. "Solo un 2% de estudiantes de secundaria reciben becas comedor por parte del sector público", apuntó Elena Sintes. El programa RAI-ESO de la Fundación Probitas intenta mitigar esta problemática ofreciendo un espacio de protección y socioeducativo en los menores más vulnerables. Tal y como explicó la directora de la Fundación, Marta Segú, el proyecto –que ya trabaja en seis municipios y que espera ampliar el radio de actuación– protege a los adolescentes, ofreciéndoles una comida y actividades socioeducativas para garantizarles un entorno seguro y protegido.

Las becas comedor de los más pequeños también aparecieron en la orden del día y, mientras unos pedían un aumento de estas ayudas, otros cuestionaban su modelo de gestión. Ignasi Giménez apuntó que existe una diferencia entre el umbral real de la pobreza y el umbral determinado para la otorgación de becas. "Por este motivo se han denegado más de 1.000 solicitudes de becas", sentenció el presidente del Consell Comarcal del Vallès Occidental. Miquel Gené, miembro de la FAPAC, pidió a la Generalitat un aumento de las ayudas que costean el 100% del servicio de comedor escolar, ya que representan una minoría –el 22%-. Y dejó en el aire la propuesta de los comedores escolares universales y gratuitos de 0 a 18 años (como ya sucede en países como Finlandia, Suecia y Estonia). La Federació d'Entitats d'Atenció i d'Educació a la Infància i l'Adolescència apuntó que entidades como la Fundación Probitas o Cruz Roja son actualmente las encargadas de llegar allí donde la Administración no puede. Asimismo, se denunció la desigualdad territorial existente a la hora de otorgar las becas comedor, ya que estas se gestionan a través de los consejos comarcales y dependiendo del organismo supramunicipal se utilizan unos parámetros u otros. Se reclamó, también, que estos consejos pagasen puntalmente las becas, debido a que la necesidad de las familias empieza al inicio del curso y no al final de éste, que es, en muchas ocasiones, cuando llegan las ayudas.

Sin embargo, la FAPAC defiende que el acceso al servicio de comedor sea universal y gratuito y apunta que este derecho debe garantizarlo la Administración, ya que consideran que las becas comedor que otorga el sector público, a pesar de haber incrementado a lo largo de los años, son insuficientes. Gené pone un claro ejemplo: en el curso 2013-2014, cinco años después del inicio de la crisis, la pobreza infantil había pasado del 17% al 27% mientras que la inversión en becas comedor se había reducido en casi 15 millones de euros. Por ese motivo, el curso siguiente, desde la FAPAC se dio apoyo a una campaña para la mejora de las becas comedor iniciada en un colegio de Barcelona, que se ve reflejada, un año después, en los presupuestos de la Generalitat, que incrementa en 6,8 millones de euros la partida de este tipo de ayudas.

Por otro lado, desde FEDAIA apuntaron que durante el periodo de las vacaciones de verano, de Navidad, de Semana Santa o simplemente el fin de semana, hay muchos niños que no pueden acceder a la comida que se les ofrece en el colegio y propusieron una prestación económica universal para la crianza de 2.500 euros anuales, que corresponde al 50% del coste básico de la crianza, que contribuiría a la defensa de los derechos de todos los niños y lo haría a través de la prevención.

En cuanto a este periodo de vacaciones, los ponentes de la mesa redonda coincidieron en la necesidad de ofrecer espacios de ocio y protección para los menores que se encuentran en situación de riesgo de pobreza y exclusión social. El programa RAI-Casals de la Fundación Probitas garantiza tal cobertura con un presupuesto de más de 700.000 euros: trabaja para que los niños más desfavorecidos puedan disfrutar de actividades socioeducativas en los casales de verano beneficiando así a más de 4.100 niños y niñas. Mientras tanto, entidades como Cruz Roja van más allá de las becas comedor y ofrecen tarjetas prepago a las familias más desfavorecidas para que estas puedan acceder a alimentos sin ser estigmatizadas, por tanto su modelo se basa en la dignificación con el objetivo de evitar perjuicios en la salud física y mental de los niños y niñas. "Una familia para poder alimentar de manera correcta o saludable tiene que gastar entre 520 y 600 euros al mes, mientras que la gente que viene a nosotros ingresa entre 300 y 600 euros al mes. No salen los números", sentenció Morist.

Las cifras fueron más allá: en Catalunya, un 30% de los menores –400.000 niños–  se encuentran en una situación de riesgo de pobreza, mientras que un 11,7% de este colectivo –alrededor de 260.000 chavales–  sufre privación severa. Estos datos los ofreció Marta Segú, quien a su vez apuntó que, desde la fundación que dirige, se intentan combatir estas desigualdades destinando, por ejemplo, 2,5 millones de euros en 2016 a becas comedor. Morist reflejó la situación con datos de la organización que él representa: Un 40,8% de las familias atendidas desde Cruz Roja no pueden comer carne ni pescado de forma regular, mientras un 40,6% sufren pobreza crónica. Esta oenegé intenta paliar esta situación dando ayuda a 10.000 niños en Catalunya. Las cifras son un claro reflejo de los efectos de una crisis económica que, tal y como afirmó Elena Sintes, ha atacado con fuerza a los más desfavorecidos, vulnerando, incluso, sus derechos. Asimismo la moderadora de la mesa redonda destacó la necesidad de actuar con criterios que dignificaran esta situación así como aumentar las medidas tanto asistencialistas como preventivas.

Otro hecho que visibilizó Sintes, y que coincidió con la opinión del resto de ponentes, fue el aumento de la asistencia a clase si los menores se quedan a comer en el centro educativo. Sé entendió el comedor escolar como un espacio no solo de alimentación, sino también de educación y protección. Y, aunque algunos de los asistentes opinaron que el comedor en los centros educativos debía de ser una opción, la moderadora apuntó que en el colegio es donde se encuentra la mejor vía para dar una buena alimentación a niños y adolescentes. "No solo se trata de dar comida, sino de la salud física y mental de los niños. Se trata de la nutrición, la educación y la salud que después repercuten en las familias y en la sociedad".

La mesa redonda contó también con la participación de la Fila 0 y de buena parte del público, que cuestionó la jornada intensiva en los centros de secundaria y pidió una avaluación de este sistema y de los problemas que este comporta. Asimismo, se habló de la importancia de ofrecer en los comedores escolares alimentos de calidad –y no comidas precocinadas y congeladas- y que estos espacios sirviesen también para educar en hábitos saludables a los niños.

Tanto oenegés como familias apuntaron que las entidades no deben suplir el trabajo de las instituciones, sino complementarlo. Sin embargo, actualmente el sector privado se dedica a asistir y a dar respuesta a aquellos problemas que la Administración no puede solventar, aunque lo realmente importante se basa en poder dedicar más recursos a la prevención con tal de acabar con el problema de raíz.

Finalmente, se llegó incluso a sugerir la idea de liderar una iniciativa conjunta de todas las entidades para el acceso a la alimentación. La jornada sirvió para tener una imagen de la realidad actual de la alimentación infantil y de las singularidades de los programas escolares acerca ésta temática en diferentes países y su adecuación en la situación catalana. Por último, el acto permitió obtener una visión sobre cómo trabajan las distintas entidades que tratan de aliviar la situación de pobreza y exclusión social que sufren los niños y que la Administración, por sí sola, no puede erradicar.